jueves, 3 de noviembre de 2011

Tomografía computarizada helicoidal (en espiral) de los pulmones

Existe suficiente evidencia de que las TAC de baja dosis, las radiografías de tórax y la citología del esputo permiten detectar el cáncer en etapas más tempranas, pero existe escasa evidencia de que estas pruebas de detección eviten, de hecho, la muerte por cáncer de pulmón.1
Las pruebas de detección presentan, sin embargo, algunos inconvenientes. Las pruebas de detección pueden encontrar manchas (anomalías) en los pulmones que no sean cáncer. Sin embargo, una prueba de detección no siempre puede mostrar la diferencia entre un cáncer y otras anomalías que no son cáncer. Se requieren de más pruebas para averiguar si la mancha observada es cancerosa. Estas pruebas podrían requerir la extirpación de una pequeña muestra de tejido del pulmón para su análisis (biopsia). Esto significa que se tendría que realizar un procedimiento quirúrgico a algunas personas aun cuando no tengan cáncer. Estos procedimientos presentan algunos riesgos además, pueden provocar ansiedad y cuestan dinero.
Los expertos no saben si los beneficios de este tipo de detección superan los riesgos potenciales. Por estas razones no se pronuncian actualmente a favor o en contra de las pruebas de detección del cáncer de pulmón. En el pasado, algunos expertos solían aconsejar radiografías del tórax como prueba de detección del cáncer de pulmón, pero las investigaciones indicaron que las personas que se hacían las radiografías no presentaban tasas de mortalidad más bajas que las que no se las hacían.

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